viernes, 25 de noviembre de 2011

Sufrir, morir... mejor salir

                En esta entrada les voy a hablar sobre lo fácil que es entrar en el mundo de las drogas y lo difícil que es salir de él.
Dos  fósforos una vida
                Una madrugada en El Cartucho estaba Una madrugada en El Cartucho estaba sen­tado en el suelo con Daniel y dos tipos más. Me acababa de chuzar. En ese entonces me ponía sólo cuatro o cinco ampollas por día. Como ya tenía el cerebro frito, esa cantidad me fundía, quedaba descerebrado de una. Uno de los tipos que estaba con nosotros le preguntó al otro si tenía un fós­foro para prender una bicha. El otro le respondió que tenía sólo dos y eran para prender la suya. En ese momento lo llamaron. El tipo se paró y dejó los dos fósforos en el suelo. El hombre que se los había pedido los cogió de una. Se puso el cigarrillo de bazuco en los labios, prendió un fósforo y de inmediato se apagó, prendió el otro, y lo mismo. Al poco rato el otro hombre regresó con ese embale de meterse lo suyo y no encontró los fósforos
-¿Dónde están mis fósforos? Ahí los dejé. ¿Dónde están mis fósforos, hijos de puta!   
-¡Deje el azare! No... pues sí... yo los prendí, pero el viento lo s apagó.
-¡Ah, éste es mucho pirobo hijo de puta!
-¿Entonces qué va hacer?
-¿Entonces qué voy a hacer?
El hombre dueño de los fósforos sacó una pistola y le metió  seis tiros al otro tipo ahí.
-¡Por hijo de puta, por ladrón, por haberme robado mis fósforos, malparida gonorrea! -le gritaba el tipo con el rostro transfigurado al cadáver. La traba se me pasmó de una.
"¡Mierda, que estoy ha­ciendo aquí! ¡Qué putas he hecho con mi vida!", pensé. Comencé a llorar, me levanté de ahí y salí corriendo hacia el norte, cagado del susto. Cuando llegué a la Caracas con Diecinueve sentí que no podía más, me tiré de rodillas so­bre el andén y mirando al suelo, con las manos apoyadas en el concreto, en medio del llanto, le dije a Dios:   
- ¡Si usted existe, o me mata o me saca de esta mierda,...pero ya no más!!   
 ¿Luego qué pasó?    Difícil decirlo. Pero aquí estoy: vivo.
“Fentanyl. Crónica de una adición” Samuel Andrés Arias. El malpensante, Bogotá, No. 77, 2007, p.61
Samuel Andrés Arias, médico y escritor.

                                                        Testimonio
Todo comenzó un fin de semana como otro cualquiera con mis amigos, estábamos en el barrio hablando tranquilamente y uno de mis amigos saco una pequeña bolsa con pequeños trozos de algún tipo de planta, a simple vista pensé que era perejil, obviamente no lo era, eran unos gramos de marihuana, él nos invito a todos a probarla, éramos jóvenes y queríamos sentir eso que decían sobre lo bien que te sentías cuando fumabas maría, nos preparamos entre todos un cigarro de maría o un porro como decíamos nosotros, como era el primero no calculamos bien y nos salió un porro un poco raro, todos lo probamos al menos probamos dos caladas cada uno, al rato estábamos todos riendo como unos tontos hasta no poder más, ahí fue cuando empezó todo.
                Al principio nos fumábamos un porro cada largo tiempo, pero a los 3 meses o así pillábamos maría todos los fin de semanas y después casi cada día llevábamos ya unos 9 meses fumándonos 1 o 2 porros cada día hasta que empezaron a pasar cosas malas, uno de nuestros amigos fumaba más de 3 porros cada día y un fin de semana paso lo peor, salimos de fiesta y nuestro amigo había cogido una buena cantidad de maría, empezamos a beber tranquilamente y él dijo de prepararse un porro, la mayoría de nosotros nos preparamos cada uno el nuestro, pero él se preparo uno que daba para colocarnos a todos, se lo dijimos, además había bebido ya bastante, cuando se termino el porro empezó a palidecer y a vomitar, todos nos asustamos al principio y luego pensamos que era un amarillo normal, al final se desmayo y cundió el pánico, teníamos que llamar a la ambulancia, pero entonces sabrían que habíamos fumado porros, algunos se fueron a toda prisa no queriendo saber nada, al final a los 5 minutos llamamos a la ambulancia, cuando llego ya era demasiado tarde el había muerto y todos nos sentíamos culpables de  su muerte.
                Desde aquel día ninguno de los que nos quedamos a ayudarlo hemos vuelto a probar la maría hemos decido dejarlo por completo.
                Y por ultimo quería decir a todo el mundo que jamás se planteen probarlas drogas.
Espero que mi testimonio les sirva de ayuda. Muchas gracias por molestarse en leerlo.
                Anónimo. (Investigado por mí cuenta)
Estos dos testimonios son los que desde mi punto de vista más me han llegado, son una clara reflexión de la dura realidad de las drogas y las consecuencias que ella trae, muchos aseguran que a veces la muerte es uno de los caminos más fáciles para salir de esto, pero realmente aquel que tiene merito es el que consigue salir de ello y no volver jamás, a continuación les pondré un poco los síntomas que se sufren al dejar las drogas:
                Los síntomas de abstinencia:
Generalmente son:
                -Pérdida de apetito y consecuente pérdida de peso.
                -Pérdida del sueño.
                -Inestabilidad emocional.
                -Sudor frío.
                -Frío aún en condiciones de bastante calor.
                -Nauseas y vómitos (sobre todo a los adictos graves).
                

Por Jesús Prados

2 comentarios:

  1. Por la experiencia que yo tengo con gente conocida, si consigues salir, vas a tener que sufrir. Tristemente, no son ni una ni dos las personas que han muerto por las drogas. Todos suelen empezar sin darse cuenta de que están arruinando su vida y la de las personas que están a su alrededor.
    Un chaval que conozco empezó más o menos como cuenta la segunda historia. A partir de ahí, ha ido consumiendo más e incluso ha cambiado su manera de ser y de pensar. Afortunadamente, ahora ya tiene conciencia de lo que ha estado haciendo, y CREO (espero) que lo ha dejado definitivamente.

    ~ Cristina Arribas Francisco, 1ºC, nº5 ~

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  2. Las dos historias me han parecido muy profundas y que además, no podrían describir mejor lo que es llevar una vida de drogadicción. Desde mi punto de vista, pese a que no pase nada por tomarse unas copas o fumarse un “porro” de vez en cuando, en cuanto te enganchas te conviertes en un perdedor que no puede vivir sin ellas y que las utiliza para alejarse del mundo real. Suelen relacionar el consumo de drogas con diversos tipos de vida, como eso de que aquellos que viven en barrios marginales tienen más posibilidades de consumir. Cada uno es dueño de su vida y dejando las drogas es cuando uno empieza a demostrarlo un poquito.

    Por Claudia Antolín de Andrés Nº4 - 1ºC

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